LA MENTE.
Buda enseñó que todo depende de la mente. Todo proviene de nuestra mente. Nuestros pensamientos, ideas e incluso las acciones son gatilladas por ella. La causa básica de nuestros problemas es nuestra mente egocéntrica, y de allí que se perturbe fácilmente con el apego, la ira y la ignorancia. Dicha perturbación es fuente de sentimientos negativos, altera nuestra calma interior, no permite razonamientos asertivos y origina la figura de enemigos.
Texto sencillo de leer y más complejo de entender, más aún si no se está abierto y decidido al ejercicio.
La mente no es algo material, sólido, como lo es el cerebro o un brazo. No tiene forma ni es fotografiable. Es en términos budistas un continuo inmaterial, distinto del cuerpo, capaz de “percibir y comprender” los fenómenos. La mente es la que nos hace vivir un mundo de agrados y desagrados o de satisfacción e insatisfacciones, determinando nuestra calidad de vida y los estados emocionales que presentamos, realizando para ello su función primordial de “discernimiento” o de “procesos cognitivos”, cuyo objetivo final es comprender las características que distinguen a un fenómeno en particular, por ello advierte, compara, clasifica, relaciona y también reflexiona. En definitiva, el discernimiento tiene como función distinguir un fenómeno (de otro) e identificarlo específicamente.
Cuando hablamos de la mente no estamos refiriéndonos a un objeto, nos estamos refiriendo a la “naturaleza” de la mente que al no contar de rasgos distintivos, la hace asimilable al espacio, al vacío. Su manera de existir es la vacuidad, la ausencia de toda forma conocida de existir. Sin embargo, esta mente que nos permite conocer los fenómenos, es en sí, inteligente.
Cuando uno mira un árbol, nuestra conciencia visual reconoce el fenómeno dado las características que éste presenta. Si la conciencia visual careciera del factor mental de discernimiento, no lo podría reconocer. Lo mismo ocurriría si alguna de las demás conciencias careciera de su propio factor de discernimiento. Hay seis tipos de discernimientos: el asociado a la conciencia visual, a la conciencia auditiva, a la conciencia olfativa, a la conciencia gustativa, a la conciencia corporal, y a la mental (ver entrada Conciencias).
Todo nombre que utilizamos existe ya que la mente es la que da una identificación a los fenómenos etiquetándolos (etiqueta las personas, las cosas, los pensamientos, las situaciones), razón suficiente para que se nos presenten tan reales y creamos que existen de un modo inherente. Como reconocemos que fue nuestra mente lo que lo hizo y quien después los reconoce, creemos tambien que tienen vida por sí mismas. Dada esta incongruencia es importante comprender cómo funciona la mente, cómo comprende la realidad, ya que percibimos una realidad dominada por los engaños mentales. Cuando tenemos una etiqueta positiva asignada por la mente que vive en estado perturbado, nos hace creer que ese fenómeno es fuente de felicidad y nos hace desearlo.
Las clases de mente son tres: burda, sutil y muy sutil.
La mente burda es la que entiende los fenómenos a través de los sentidos (visión, audición, etc.), y también se relaciona con todas las perturbaciones mentales generadas por el odio, apego, vanidad, celos etc. Es la que nos acompaña normalmente durante el día, específicamente cuando estamos despiertos, para actuar en la realidad conceptual. Esta mente burda es la mente confusa que supone que todo existe de modo inherente, y está relacionada con los aires internos burdos.
La semisutil entiende como funcionamos, siendo más perspicaz que la burda, llegando a analizar las características de los fenómenos. Finalmente la sutil, es la mente búdica, la que se separa de nuestro cuerpo al nosotros morir, y volver en un cuerpo al renacer.
Un ejemplo bastante usado para explicar las tres clases de mente, es en base del ejemplo del sueño, que indica que cuando uno entra en un profundo sueño, nuestros aires internos burdos se disuelven en nuestro interior y nuestra mente comienza a ser cada vez más sutil, hasta que estos, se disuelven en el chacra del corazón, dentro del canal llamado central, para que se manifieste la mente muy sutil (aires internos muy sutiles). En el proceso reverso al sueño profundo, cuando uno comienza a despertar, va pasando por etapas del sueño y la mente se va haciendo cada vez más burda, hasta recuperar la memoria y el control mental.
Buda nos indicó que “la mente o conciencia muy sutil es un continuo mental que no tiene principio ni fin. Es la que nos permite renacer de una vida a otra, es la que cuando morimos nos abandona, y la que podemos convertir en la de un Buda”. Nos dice que tenemos la mente de la budeidad, una mente original y pura, aquella capaz de realizar la visión correcta de las cosas, pero que se engaña por los perturbadores mentales que se presentan y mantenemos, esos que en el fondo nos hacen una proyección incorrecta de los fenómenos. Deberiamos limpiar la mente de los perturbadores, esos que incluso nos hacen actuar negativamente.
La mente muy sutil es la que guarda las semillas del karma y la base para los actos de cognición y el renacimiento, por eso cuando morimos es la que nos abandona.
Para interpretar mejor el concepto de "limpiar" o purificar la mente es conveniente usar una figura donde asimilamos la mente a una tierra que prepara el granjero. Éste la dispone para la siembra arándola, agregándole adecuados abonos y reduciéndolas de escombros y malezas para un mejor resultado de su fruto. En esta tierra distribuye en armonía seleccionadas semillas, manteniendo durante este tiempo un especial cuidado, sabiendo que solo así, obtendrá los productos deseados. Con la mente, y un poco de imaginación se da un proceso similar, donde si no nos preocupamos de nuestras acciones sembraremos en ella semillas deficientes o no virtuosas, y si en cambio nos preocupamos tendremos la posibilidad de purificar (mejorar) semillas negativas para evitar su manifestación y realizar acciones positivas generadoras de semillas virtuosas, que permitan cultivar y refinar nuestra mente para se manifieste en sus absolutas y reales capacidades.
Buda también nos reveló hace más de dos mil años que las causas de felicidad y sufrimiento se encuentran en nuestra propia mente, que no se necesita nada externo para ser feliz, y que si uno se esfuerza llega poco a poco a alcanzar un estado mental de felicidad permanente (remitirse a las entradas implicadas si desea ampliar algún tema).
En alguna oportunidad pudo haber experimentado el lector, el haber superado serena y naturalmente angustias provocadas por perturbaciones mentales, incluso bajo complejas situaciones externas enfrentadas; ello es factible al contar con una mente en mayor armonía y paz. Una mente en verdadera armonía se consigue solo trabajando en ella, y su consecución involucra un esfuerzo constante que gradualmente llegará a depurarla, a encontrarla en su origen.
La meditación es la vía para purificarla, para llevarla a su estado natural de pureza y armonia desprendiendo los obstáculos que presenta debido al karma negativo y las obstrucciones mentales. A través de esta práctica, se llegan a reducir los engaños mentales (perturbaciones mentales) que alteran la paz interior y nos hacen actuar con la influencia de la perturbación o su discernimiento erróneo: odio, apego, ignorancia, orgullo, celos, vanidad, - seis causas importantes del sufrimiento - y que al lograr sustituirlos por estados apacibles, mejoramos nuestros hábitos personales, beneficiándonos virtuosamente, ya que “a través de la meditación es factible beneficiarse logrando cambios graduales y definitivos en la mente”. Meditando lograremos que una paz mental se asiente para actuar adecuadamente, reducir las virtudes negativas, e incluso, podremos llegar a eliminarlas.
Los maestros budistas saben por experiencia propia cuan maleable es la mente, y que con tiempo, paciencia, esfuerzo y método llegan a mantener en sí una serenidad, dicha y claridad notables.
Para comprender lo de “engaño mental”, indicado anteriormente, recordemos por ejemplo que el odio identifica al fenómeno como si fuera desagradable y el apego como causa de felicidad. Aquí está en pleno manifiesto el engaño, ya que el fenómeno nos cautive o no, depende de nuestra propia mente y no del como tal, pues dichas características el “objeto” realmente no las contiene en sí, siendo nuestra mente la que nos engaña al apreciar erróneamente.
En definitiva, la mente de cada uno de nosotros está condicionada para pensar de cierta forma, tener una visión del mundo, influenciada por dogmas, prejuicios, conocimiento, experiencias, y empapada con patrones que adoptamos de las emociones positivas y negativas, que continuamente nos generará conflictos al enfrentar la vida. Como nuestra mente está normalmente con perturbaciones durante el día, que va de estados mentales como amor, tristeza y cariño hasta estados mentales negativos como (o mentes de:) odio, egoísmo, celos, deseos, vanidad, nuestro problema entonces es cómo podemos reducir nuestras perturbaciones o engaños y dejar de manejar tan desfavorablemente la energía de la mente. La solución sigue siendo que tenemos que adiestrar la mente para que progresivamente se libere de los condicionamientos imprecisos del samsara, y aflore su calma, claridad, objetividad y con su sabiduría natural permita reflejar la verdad última.
Como la mente está condicionada para pensar de cierta manera, por tanto, incide en la visión que se tiene del mundo. Se basa en la creencia de que la percepción que realiza de los fenómenos es la verdadera realidad de los mismos, ello dado los perturbadores mentales que la influencian con nuestra concepción egoísta de la vida. Estos “tres venenos” dijimos que se sustentan en nuestra actitud egocéntrica. El apego es un factor mental perturbador que estima que el fenómeno observado es causa de felicidad y por tanto lo desea. El odio es producto de exagerar las malas características de un fenómeno (hasta considerarlo un enemigo) y la ignorancia tiene que ver con aferramiento propio.
La evolución depuradora de la mente mediante la práctica espiritual,
perfecciona a la persona.
Dado que la mente es nuestro núcleo de desarrollo espiritual (un continuo inmaterial), factible de perfeccionar con la meditación y las buenas acciones, nos permite definitivamente liberarnos del temor a la muerte, del egoísmo y del renacer pues nos permite captar la “verdad última” de los fenómenos, y cuyo fruto final será la Iluminación.
Recuerde que la calidad de la mente depende de uno mismo y de nadie más, involucrando lo que ha hecho, pensado y sentido, y que con una mente sabia (la mente en su estado original es claridad) descubrirá las causas del sufrimiento y podrá eliminar el padecimiento. Adiestrar la mente es poder deshacerse de las toxinas mentales que la perturban y obscurecen, es cultivar el amor, la compasión, y alimentar una paz y felicidad más duradera que beneficiará a uno y los demás.
¿Entonces, la mente nos genera conceptos erróneos de la realidad?
Si, ella nos genera problemas. Hay que tener claro que todo proviene y es producto de nuestra mente. La causa básica de nuestros problemas es nuestra mente egocéntrica, y de allí que se perturbe fácilmente, como dijimos, con el apego, el odio la y la ignorancia de la realidad. Dichas perturbaciones son fuente de sentimientos negativos, que alteran nuestra calma interior, y no permiten razonamientos asertivos.
Como podrá deducir de lo leido anteriormente, la mente es lo prioritario y esencial en el budismo vajrayana, donde lo que se busca es alcanzar el estado natural de la mente (mahamudra), ella sin perturbadores o agitadores a través de la práctica de la meditación, apoyada con la ética budista. Este camino vajrayana o diamantino o tibetano o tántrico permitiría que uno alcance el objetivo del nirvana en el periodo de una vida, ya que está centrado en la experiencia intima de uno y su mente. En el fondo, se busca un si mismo sin perturbadores mentales, asentado en la naturaleza mental considerada auténtica, o mente clara o mente búdica.
Buda indicó: “Somos lo que pensamos”. “Todo depende de la mente”. “Todo es producto de la mente”.
La actitud egocéntrica se sustenta en las perturbaciones mentales.
La mente siempre nos genera concepciones erróneas de la realidad, ya que debido al apego, toma el camino de satisfacer los propios deseos
Una mente pura, de claridad (despejada de los perturbadores mentales), es la mente de un iluminado.
Todo surge y se disipa en la mente, los pensamientos, emociones, sueños. Definitivamente todo.
Comprender la mente es elemental para entender las enseñanzas de Buda, en especial la Iluminación.
K Dondrup T. 2010
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