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viernes, 25 de abril de 2025

MUERTE Y RENACER - CUANDO DORMIMOS Y CUANDO MORIMOS

 


CUANDO DORMIMOS Y CUANDO MORIMOS

Introducción

Los ciclos o etapas de la vida y la muerte son bastante semejantes.

Así como el sueño nos permite descansar para enfrentar las actividades del día, la muerte seria como un estado en el cual descansamos y nos reponemos para una nueva vida, un renacer. Recuerde que según el budismo, el resultado de nuestras acciones se traslada de una existencia a la otra, en lo que seria la “continuidad de conciencia” de la que habla en el renacimiento.

El budismo cree en la causalidad universal, es decir, que todo está sujeto a cambio, debido a causas y condiciones. Todo surge a consecuencia de causas y condiciones. Por ello la mente existe a consecuencia de sus instantes anteriores. Esto involucra las grandes leyes del universo.

La mayoría de la gente piensa que reencarnación se da en el sentido de que hay alguna cosa que se reencarna. Lo que proporciona la continuidad entre vidas sucesivas, no es una entidad, sino que es el “más sutil” de los planos de la conciencia. La que llamamos conciencia sutil estará siempre presente.

Si analizamos el sueño con el estar despierto encontraremos similitudes en el proceso, asi como la vida con la muerte. En todos ellos hay algo común y vital :  es la mente.

Historia: Fuente: "El Libro tibetano de la vida y la muerte".

"De las escrituras budistas se obtiene  una explicación muy clara de este proceso de condicionalidad.
El sabio budista Nagasena se la expuso al rey Milinda.
Cuando alguien renace -preguntó el rey a Nagasena, ¿es el mismo que acaba de morir o es distinto?
No es el mismo ni es distinto... -contestó Nagasena.
Decidme: si un hombre encendiera una lámpara, ¿podría proporcionarle luz toda la noche?      -Sí.
Entonces, la llama que arde en la primera vigilia de la anoche, ¿es la misma que la que arde en la segunda o en la última?       -No.
¿Significa eso que hay una lámpara en la primera vigilia de la noche, otra en la segunda y otra en la tercera?
No, la luz brilla toda la noche debido a esa única lámpara.

El renacimiento es muy parecido: un fenómeno surge y otro cesa simultáneamente. Así, el primer acto de conciencia en la nueva existencia no es el mismo que el último acto de conciencia en la existencia anterior, y tampoco es distinto.

El rey le pide otro ejemplo que ilustre la naturaleza exacta de esta dependencia y Nagasena la compara con la leche: la cuajada, la mantequilla o el ghee que se obtienen de la leche no son nunca lo mismo que la leche, pero dependen completamente de ella para su producción.

Entonces el rey le pregunta:

Si no hay ningún ser que pase de un cuerpo a otro, ¿no deberíamos quedar libres de todos los actos negativos que hemos cometido en vidas pasadas? 

Nagasena propone un ejemplo: un hombre roba unos mangos. 

Los mangos que ha robado no son exactamente los mismos que la otra persona había plantado en un principio, dice Nagasena, y es que los mangos robados crecieron sólo por causa de los que su dueño plantó en un principio. Del mismo modo, es por causa de nuestras acciones en una vida, puras o impuras, por lo que quedamos conectados con otra vida, y no nos libramos de sus consecuencias".

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Cuando dormimos

Nuestro cuerpo y nuestra mente son entes distintos. Sin mente el cuerpo se desvanece y muere. Entonces, con la muerte el continuo mental permanece intacto, dicha mente no se altera, no se desintegra, sino que se separa del cuerpo y viaja a buscar la siguiente vida.

Cuando nos dormimos, nuestros aires internos burdos se reúnen y se disuelven en nuestro interior y nuestra mente se va volviendo cada vez más sutil, hasta que se manifiesta la mente muy sutil del dormir. En este momento entramos al sueño profundo y, si nos ven parecerá como si estuviéramos muertos. Después, nuestra mente se va haciendo otra vez más burda y pasamos por los diferentes niveles del estado del sueño, hasta que nos despertamos previo recuperar la memoria y el control mental. En ese momento percibimos de nuevo el mundo del estado de vigilia.

La experiencia de la muerte es parecida a la del sueño profundo.

Cuando experimentamos el último respiro de vida, aparecen las etapas del estado intermedio (bardo en tibetano), que es como un estado mental que ocurre entre la muerte y el renacimiento. Pasados unos o varios días, hasta 49 días máximo, el estado intermedio cesa y renacemos.
Al despertar de un sueño, el mundo onírico desaparece y percibimos el mundo del estado de vigilia. Del mismo modo, cuando renacemos, las apariencias del estado intermedio cesan y percibimos el mundo de nuestra nueva vida, es decir, renacemos.

Cuando morimos

Cuando morimos la mente se separa del cuerpo y viaja a la vida siguiente. De acuerdo con el budismo la forma “más sutil” de la conciencia, se separa de él y va en busca del renacer.

Cuando nos dormimos, nuestros aires internos burdos se reúnen y disuelven en nuestro interior y nuestra mente se vuelve cada vez más sutil, hasta que se manifiesta la mente muy sutil de la clara luz.

Cuando nos morimos enfrentamos las etapas del estado intermedio (bardo (3) en tibetano), que ocurren entre la muerte y el renacimiento. Según la tradición tibetana, con la muerte se inicia un periodo que dura 49 días (como máximo), durante los cuales existimos en el bardo o estado intermedio entre nuestra muerte y el renacimiento. Es una existencia solamente mental. La conciencia es un cuerpo muy sutil. Todo lo que sucede en los estados intermedios es creado por la mente. En ese estado seguimos teniendo experiencias del bardo pero, a pesar de no estar sustentadas físicamente, son extraordinariamente vívidas y atemorizantes, como si las estuviéramos pasando realmente. 

Cuando el último estado intermedio cesa, entonces renacemos.
Cuando renacemos, percibimos el mundo de nuestra nueva vida.

En el último estado intermedio la conciencia es atraída por un hombre y una mujer en unión sexual, una matriz que le ofrece la continuidad kármica de la que es capaz.  Cuando esas condiciones se dan, la mujer queda encinta y la conciencia encuentra un nuevo hogar, en esa matriz ofrecida. 

Pero no todos renacen en cuerpos humanos. El karma acumulado de algunas conciencias las conduce a cualquiera de los reinos de existencia. En el budismo se conocen seis (dioses, semidioses, humanos, animales, pretas e infiernos), todos ellos de naturaleza samsárica y condicionados por el propio karma. Son reinos que presentan situaciones de sufrimiento o felicidad según cada uno de ellos mismos.

El proceso del bardo budista es complejo y se recomienda estudiarlo en vida.


K Dondrup T.



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